Hay una luna trigueña en tu cama
con traje de luces y muy torera,
y el toro lejano que la espera
ya siente que la sangre lo reclama.
Se estremece de furia y de ganas
y empieza a prepararse a la faena,
se lo ve escarbando la tierra
y del hocico el fuego se le escapa.
La luna lo torea muy risueña
y la noche de pasión se engalana,
suena la música, olés y palmas
del público que forman las estrellas
para mirar en una plaza sin arena
la sombra que embiste a la luna llena.