El tejedor de sueños se marchó en el tren de la tarde pero dejó armada una red grande con hilos de colores para que la gente elevara cometas y viajara con ellas a la primera estación del recorrido. Él, había llegado en el tren de la mañana antes de existir la carretera y la estación era lo único que mantenía a los negocios y a las fritangueras.
Ya ido el tejedor quién sabe si llegará otro. No conocimos más que a uno. Por eso la pasamos con el oído pegado a la carrilera.