Como sombra rugosa se aproxima
un helicóptero
y la tarde voltea a mirarlo
desde abajo
muy limpia de sentimiento
para depositarle en un sombrero
su dosis de voces
de las que se alimenta el pájaro
de aspas.
Cuando pasa azotando al viento
sobre los campos quijotescos
se sabe que tiene hambre
de gritos nocturnos
y humaredas
Entonces la tarde le da su limosna
de humores callejeros
y trozos de interrogantes
que el animal volante se lleva
hasta su nido aceitoso
para hacer una digestión rápida
que regurgitará en bolas de periódico
de uso oficial
Más tarde ella se arropa
en un chal sabanero
y se quedará dormida al lado de la señora
de las humitas a la puerta de un supermercado.