En el vagón de cola del último tren
se fueron unos globitos de colores
jugando a frenar la historia de tu viaje.
Te lo inventaste en cuestión de días
siguiendo un libreto de brujas
de una obra inédita de Sheaskespeare.
Así que copiaste la receta
a base de extractos amorosos
de la gaveta en que dormían tus poetas.
Día tras día murmurabas las palabras
con ojos entrecerrados,
antes de tu café mañanero.
De tanto repetirlas, las palabras
se condensaron en un vapor inaudito
que engulló a nuestro trencito eléctrico.
Hasta que un día, al amanecer
saltó el tren de su carrilera
con dimensiones monstruosas.
Y se precipitó al exterior
destrozando todo en su carrera
a un destino sin control de la fantasia.
Pero no logró desprender
los tres globitos de colores
amarrados en aquél trencito eléctrico.
Y se fueron perdiendo en la lejanía
con la columna de humo
de ese tren atroz que te llevó.
Así terminó todo,
con la historia de tu viaje
en un libreto de corte medieval.
Desde la gaveta entreabierta
donde duermen tus poetas
hay uno que ha prendido su linterna.