La palma de la iraca tiene flores
y a su sombra, con ternura, palmitos
para crecer como crecieron los hijos
que sin afán tenían mis mayores.
Se acunaron tantas generaciones
al amparo de esos techos pajizos;
amores castos o resbaladizos,
la iraca protegió sin condiciones.
Asociada quedó con la pobreza
y la humildad la casita de paja,
pero la alegría no se rebaja
ni de menos valor es la belleza
si en casita de palmicha nueva,
el amor florece en una hamaca.