Hay trenes viejos y nuevos
y si pasan, ¿por qué no vienes?
Puede ser en los tradicionales
de la una o de las siete,
que riegan campanillas
cuando se detienen.
O puede ser en el que vuela
como en un cuento de Einstein,
o en el de la noche urbana,
intemporal y permanente.
De cualquier modo: si pasan,
¿por qué no vienes?
Alguna emoción estará
esperando en los andenes,
y se pueden contar las estaciones
aunque la última no se siente,
como si fueran dos:
la del pasado y el presente.
En fin, siempre hay
algún tren que nos pertenece.
El mío estaba en Tobia
con su estación, agreste.
Pero se lo llevó otro tren
que no volvió y dejó los rieles.