La noche y una pantalla, los mosquitos en silencio;
la luna por eso, ¿calla?
La distancia, si existe se quema en la llama
de esta vela encendida que dejamos en el alma
aquella noche prodigiosa.
Se acabó la calma del océano de años
y el viento de palabras;
se quebró el florero de una rosa guardada.
La guardaste en tu libro
de secretas páginas
que se puede leer en letras subrayadas,
y en una línea dice
que la flor sigue encarnada.