(A mi primera maestra, Rosa Adelia)
Mi primera maestra en la escuela campesina
cerca del ferrocarril, nos daba lecciones de las cartillas
que llegaron en tren. Era una mujer de aguja y dedal
que sabía cómo hacerle carrileras a la vida.
Y aunque el humo del tren de la escuelita
se diluyó con las infancias del siglo pasado,
mi maestra dejó a más de un trencito circulando,
por los rieles que tienen buen uso
porque tuvieron buen trazado.