Noche de invierno, nieve canadiense,
un tren sin pasajeros se detiene.
Nadie sube, pero es suficiente pues va lleno de sueños
en presente, cada cual en su silla y con tiquete.
Iluminado se va, y desaparece
en la noche fría de diciembre. La ciudad
resplandece pero muestra un pulso inconsistente
porque lleva y no tiene, gente.
Desde los edificios somos niños de repente
mirando de lejos a los trenes que parecen de juguete
como el Go Train en diciembre.