Una onda de fiesta está en el aire;
la inició batiendo su cola un perro.
Y en la onda, un abejorro viejo
se lleva a la soledad de viaje.
Y aunque por costumbre no invita a nadie,
se han montado en ella varios insectos
para fomar un trencito muy disparejo,
pues la simetría no es lo importante.
Esto sucede de mañana y tarde
y mejor llevando el perro a caminar,
cuando su cola se pone a festejar
la sencillez de poder conectarse
con un día sin agendas, y darse
con ella un aire de felicidad.