Un aire con quejumbre de vacas
me quiere llevar lejos del tiempo
pero el perfume de guayabas caídas
me mantiene amarrado al suelo
Sin embargo el aire no cede
en insiste en llevarme con recuerdos
desde tejas de barro desportilladas
con la memoria limpia de aguaceros
Entonces yo les pido ayuda
a naranjas amarillas en el huerto
que se exhiben sin estar listas
como chicas de porte quinceañero
Y ellas con su redondez coqueta
desde las ramitas torean al viento
y como no se las puede llevar
del ventarrón parecen estar riendo
Las nubes en cambio son felices
volando blancas en el firmamento
azul de la hermosa Villa de Leyva
con su aroma lejano a desierto
Y así continuará con su galope
en este mes de agosto el viento
que cuando está vacío de cometas
lo llena con aire de perros
El viento ha perdido la batalla
pues no pudo llevarme y presiento
que al inundar con tejas la montaña
el que va a perder es el pueblo