El amor amable encerrado en el cañadulzal encontró su nido en la panela y nos pintó la mañana de café. Me preguntaste si lo quería caliente o frío y en taza blanca, llegó de tu mano cálida en gesto amoroso al estilo de mi madre. El amor amable sembrado en el cañadulzal se ha regado entre nuestros labios como el aliento que exhala la montaña mientras cantan las guacharacas.
