Maravilloso poder despertar
y que la mano tenga memoria del abrazo,
porque la noche fue misericordiosa
en un suelo inocente de misiles.
Maravilloso poder sentir
que mis zapatos saben el camino
en la rutina de este vecindario
sin nada de interés para el noticiero.
Maravilloso poder mirar
las palomas y a la gente con sus perros,
pues sea cuales fueren sus acciones
en su compañía todos se creen buenos.
Maravilloso poder escuchar
el eco que nace de los campanarios,
y el tráfico mordaz en la avenida
o el lamento fugaz de solo una ambulancia.
Maravillosa será la variedad
de los balones que rebotan en un parque,
interrumpidos solo por la lluvia
y nada más, o porque ya es tarde.
Y maravilloso, claro, si todo es claro
bajo un cielo sin edad e indiferente,
en que a nosotros y la naturaleza
nos dejen ser, mejorando lo presente.